EL MUTUALISMO ANTE LA POBREZA
“La igualdad de la riqueza debe consistir en que ningún ciudadano sea tan opulento que pueda comprar a otro, ninguno tan pobre que se vea necesitado de venderse.” Jean-Jacques Rousseau Con vergüenza y consternación, comprobamos a diario, que aumenta sin cesar la cantidad de argentinos que se encuentran por debajo de la línea de la pobreza. Y vemos también, con gran dolor, que esa circunstancia es materia de noticia mundial, por la trascendencia que le otorga a la especie, que sea el Papa quien se refiere a la misma con inusual severidad y la infrecuente calificación de “escandalosa.”
Creemos que el Sumo Pontífice con su cruda y realista expresión, intenta conmover y acicatear una reacción moral y material de todos los que en una u otra forma, podemos hacer algo a favor de los millones de compatriotas que sufren la humillación de ser excluidos o “sobrantes sociales”, con la suma de flagelos que esa situación implica y sin la contención que una política de gobierno correctamente direccionada, podría instalar a poco que se decidiera implantarla.
Estamos en presencia de cifras y porcentajes que aterran. Leemos o escuchamos o vemos a diario, que se repiten informaciones en las que se citan mediciones que alcanzan al 40 % de población indigente, o como quizás la más terrible, que nacen 950 niños por día que ingresan a esa línea de pobreza con un 25 % de mortalidad y muchas otras, que sería reiterativo reproducir, ya que bastaría con volver la mirada hacia nuestro entorno comunitario, para darnos cuenta que afrontamos una situación límite, que se observa crudamente en el ámbito de cada una de las mutuales cercanas a los requerimientos de sus familias asociadas.
En muchas oportunidades, hemos manifestado con una firme convicción, que el Estado sólo no puede, por la extrema gravedad existente, sobrellevar con éxito programas de acción para revertir esa circunstancia, en la medida de lo requerido.
Por eso, cuando decimos política de gobierno, nos estamos refiriendo a una convocatoria concertada, dirigida a la totalidad de las organizaciones de la sociedad civil, como las mutuales, para que aporten el bagaje inestimable de su vocación por el bien público, su innegable sentido de servicio solidario y la experiencia más que centenaria, que acreditan en las prestaciones de carácter social, universalmente consideradas.
No existe ningún género de incompatibilidades en un programa que se elabore, en base a los lineamientos de la economía social y solidaria, entre el Estado y las entidades de la naturaleza mencionada. Por el contrario, las experiencias internacionales, hacen ver claramente, los benéficos resultados que se generan a partir de este tipo de unidad conceptual y operacional.
El mutualismo en la Argentina, tiene una rica historia de su incidencia positiva en la sociedad, que lo llevó a prevalecer en las épocas más desfavorables en cuanto a desarrollo y bienestar social. Así fue como desde su llegada a nuestras tierras proveniente del viejo mundo y al igual que en otras etapas contemporáneas, su acendrado espíritu de ayuda mutua, logró aliviar sensiblemente durísimas y difíciles coyunturas vividas por los argentinos.
Es de especial ponderación, que el mutualismo con base doctrinaria en la solidaridad y no exclusivamente en el asistencialismo, tiene en cuenta en primer lugar y respeta, fundamentalmente, a la dignidad del ser humano, cuando ayuda a auto-ayudarse, a través de un sistema en el cual se realiza personal y colectivamente y asiste con sus servicios sólo ante la urgencia que lo haga necesario.
Nada obsta, entonces, para encarar, lo más pronto posible, una acción compartiendo objetivos y responsabilidades, en la cual deberá ser prioritario subvenir a las necesidades más imperiosas de aquellos que se encuentran en la indigencia, de modo tal que podamos establecer un trato ecuánime con igualdad de oportunidades.
Debemos tener a la vista que es preciso superar esta situación, que aflige a la comunidad en general y que además, es muy importante, que podamos transitar el tiempo que nos queda hasta el bicentenario de nuestra independencia, bregando por lograr no avergonzar también a la memoria de nuestros próceres, que soñaron y lucharon por un país distinto, en el que debe reinar la igualdad y la justicia para todos sus habitantes, sin discriminaciones ni diferencias, tal como lo prescriben las normas democráticas a las que estamos adheridos por historia y tradición, y pensando en un futuro mejor, que estamos obligados a construir y del que somos inexcusablemente responsables.
Para esta inmensa tarea, de cambiar la realidad actual por otra en la que en lugar de sentirnos culpables, nos encuentre con la satisfacción del deber cumplido, la mutualidad argentina dice PRESENTE y espera la misma actitud no sólo por parte de los poderes del Estado, sino también de todas las fuerzas políticas y sociales en unión con los sectores públicos y privados, en un trabajo perseverante de largo alcance, para lograr aliviar la aberrante pobreza que sufre, inexplicablemente, nuestro pueblo y no caer en la inmoralidad que significa permanecer impasible ante este compromiso ineludible de humanidad y fraternidad.
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