LA MUTUALIDAD - EL PRINCIPIO DE TODO
Desde el fondo de la historia, el bien común entendido y practicado con la ética y moral como valores sustantivos, ha marcado para siempre al mutualismo como el “principio de todo” en materia de protección social.
Bastaría remitirse a los innumerables y más remotos hechos de la humanidad para ejemplificar y justificar esa aseveración sustentada en el paradigma de la ayuda mutua, sin especulaciones de ninguna índole y con el exclusivo propósito de lograr el bienestar de la comunidad.
Tiene el mutualismo además, la indiscutible acreditación de ser la primera expresión organizada de personas que se asocian en pos de objetivos sociales comunes, siendo por tanto la matriz de otros tipo de nucleamientos, tales como el sindicalismo y el cooperativismo, instituciones que han tenido desarrollos diferenciados, e indudablemente más conocidos, producto de circunstancias socio-económicas propicias, en un mundo donde prevalece la producción de bienes materiales y/ o las luchas por las reivindicaciones de los derechos laborales y salariales.
El mutualismo, en cambio, nació con la impronta y permanece fiel a su esencia eminentemente consagrada al otorgamiento de servicios solidarios, dentro de un marco de protección social, que abarca a todas las prestaciones de ese carácter, sin fines de lucro y desarrolladas con eficiencia, economía y sustentabilidad, condiciones logradas por un sistema que se basa en la reinversión constante de sus utilidades y en la filosofía solidaria de privilegiar al conjunto en lugar de la individualidad disociada.
Sin embargo, esa realidad ha sido ignorada durante largos periodos de tiempo por la sociedad y subestimada por los gobiernos responsables del bienestar general de sus respectivos pueblos, quizá por la injerencia de intereses ajenos a la economía solidaria que influyeron en las decisiones adoptadas por muchos países, a la hora de implementar sus programas sociales o tal vez, por culpas propias del sistema mutualista, propenso a la auto-marginación y la reticencia pertinaz de participar en las políticas de Estado, organizándose en entidades nacionales e internacionales y sin advertir la fortaleza institucional y la importancia que eso implica.
Afortunadamente, la acción perseverante de las organizaciones internacionales, continentales y mundiales, donde participan todos los países con presencia de los representantes de los Estados y las Asociaciones Civiles (OEA - ONU), vienen logrando un reconocimiento generalizado de las entidades que conforman la economía social y solidaria, como las mutuales, las que también han cambiado su actitud egocéntrica, aglutinándose en uniones continentales (AIM, ODEMA, UAM), con lo que progresa aceleradamente el convencimiento de que el futuro se encuentra en el sistema económico al que pertenecen las mutuales.
Prueba contundente al respecto, resulta señalar que el piso de protección social, por el que trabaja el grupo consultivo presidido por su creadora intelectual y principal impulsora, la Dra. Michelle Bachelet, Consejera Honoraria de Odema, apoya claramente la idea de movilizar a la ONU y sus Estados Miembros en ese proyecto político y ha recomendado al Secretario General de la mencionada organización, involucrar a los actores de la Sociedad Civil INCLUYENDO A LAS MUTUALES en el diseño y operación de planes de formación para entender mejor los alcances de la solidaridad en el desarrollo de la Protección Social.
La acción comprende asimismo, que esa sensibilización se realice a través de canales de educación formales e informales, siendo de especial importancia que estas recomendaciones hayan sido consensuadas con la OIT, expresando el propósito de dar participación a los pueblos representados por las organizaciones de la Sociedad Civil.
Es altamente positivo y alentador, que la mirada de las organizaciones más importantes en el orden mundial de las políticas sociales, tengan a su vista y en consideración para su magno proyecto de protección social, a la mutualidad.
Esto constituye un hecho inédito, que revaloriza al sistema mutual y confirma su derecho a ser parte de un programa que seguramente habrá de revolucionar las condiciones existentes en la sociedad mundial, al direccionarse hacia el modelo superador de la economía social y solidaria, en reemplazo de otras teorías y otros modelos politizados y fracasados en su aplicación, a lo largo de la historia de los pueblos. |