nota editorial abril 2008
|
|
|
A PROPÓSITO DE : "IGUALDAD DE OPORTUNIDADES, EQUIDAD E INCLUSIÓN SOCIAL"
Es muy común en estos tiempos, escuchar o leer, más allá del
ámbito catedrático de la sociología, la mención reiterada de
esas aseveraciones puestas en la cresta de la moda, sobre todo
en los discursos de los dirigentes políticos, sociales y
empresariales, quienes han encontrado en ellas los apotegmas
preferidos para referirse a los proyectos y emprendimientos de
ese carácter que prometen realizar.
Al respecto, es oportuno aportar algunas reflexiones que
sugiere el uso excesivo de ambas frases y su indudable
vinculación con el mutualismo.
Igualdad de oportunidades y equidad social
Como lo señala la ciencia del desarrollo humano, igualar a las
personas en coyunturas similares, significa ni más ni menos
que brindar idénticas posibilidades dentro de un marco de
equidad social. En tal sentido, les bastaría a los actuales predicadores de esta frase, que tienen o tendrán al mismo
tiempo la responsabilidad y obligación de hacerla realidad en el
contexto comunitario en que les toque actuar, dirigir su mirada y
atención hacia el mutualismo, cuya filosofía y método de
acción, poseen intrínsicamente, la capacidad de establecer esa
igualdad de oportunidades y justicia social, tan pregonadas y
casi nunca concretadas fuera del ámbito de influencia del
sistema mutual.
Inclusión social
Otro tanto puede decirse de esta alusión recurrente a una
transformación sustancial en el tejido social de nuestro país,
que la mayoría menciona, algunos disfrutan y los más desean
ser partícipes y esperan en vano el día que se haga realidad este
paradigma compartido por la mayoría.
A lo largo de la historia más que centenaria del sistema, las
mutuales han demostrado con cada uno de los múltiples
servicios que brindan a sus asociados y que abarcan a temas
tan conectados con la ecuanimidad en el derecho a la calidad de
vida, como son: salud, educación, ayuda económica, asistencia
social profesionalizada, esparcimiento y recreación, cultura,
contención y pertenencia, etc., dentro de un marco regulatorio
elaborado y aprobado por los propios interesados, que la
justicia, equiparación de posibilidades y la inclusión social,
tienen plena vigencia y que pueden alcanzarse a poco que se
imite a esas entidades de la economía solidaria tanto, en su concepción filosófica, como en su estructura funcional.
No es controvertido en modo alguno, el concepto que sostiene
a la economía solidaria, como una expresión distinta a la
economía de capital y a la del Estado, por su intencionalidad y
fines fuertemente dirigidos al alivio de la pobreza y a una mejor
calidad de vida de los pueblos, con punto de apoyo en el
esfuerzo mutuo de sus actores.
Tampoco es discutible, que el mutualismo, bastión de la
economía solidaria, es una de las más genuinas formas de
entidades, que aplican exitosamente la metodología del
asociativismo, con sujeción a principios tales como:
- Adhesión voluntaria
- Organización democrática
- Neutralidad institucional: política religiosa, racial y
gremial
- Contribución acorde con los servicios a recibir
- Capitalización social de los excedentes
- Educación y capacitación social y mutual
- Integración para el desarrollo
Estos siete valores básicos de la doctrina mutualista entendidos
y naturalmente practicados por el género humano desde su más
lejano origen, conservan plenamente su vigencia en la sociedad
actual y son los que componen el sistema moderno de la ayuda
mutua, no obstante su antigüedad y extensa trayectoria
histórica.
Por ello, pese a que la difusión y desarrollo del sistema tropieza,
con lo difícil y prolongado que es realizarlo y con las
limitaciones que enfrenta en materia de reconocimiento político
y normativo, tal vez como castigo por los años que funcionó
aferrado a procedimientos obsoletos y a un ostracismo
negativo que lo hizo casi inexistente en el seno de los medios de
prensa y en la sociedad, es imperativo asumir que más allá del
necesario reconocimiento de los poderes del Estado, es misión
de los dirigentes mutualistas bregar por la revalorización del rol
de las mutuales en la sociedad y establecer una clara conciencia
de su utilidad para mejorarla, tarea que habrá que cumplir,
procurando fundamentalmente, recobrar el prestigio de otrora y
lograr una imagen renovada y positiva, que haga confiable y
eficientes a las entidades que componen el sistema inclusivo,
igualitario y solidario por excelencia.
Alfredo Sigliano
Presidente AMPF |
|
|